Asistimos todos los días a una serie cada vez mayor de hechos de violencia en las calles de las ciudades. Sucesos excesivos para los motivos que los originaron, como si condensaciones de odio y agresividad estuvieran comprimidas en los sujetos a la espera de que el más mínimo detalle, de algún otro que pase por ahí y tocara el punto justo, desatara el estallido de una bomba furiosa que impactará sobre el supuesto enemigo. Estamos en una época de paranoia generalizada, donde la sospecha sobre la maldad del Otro está a la orden del día bajo un “qué me quiere” feroz.El ejemplo de algunas semanas atrás en la ciudad de BsAs, que rápidamente se viralizó, sirve de muestra para lo que vemos que se repite una y otra vez. Un taxista queagredió brutalmente a un automovilista (ver nota[1]).Otro caso que nos llama la atención es el de los “linchamientos”, donde entre varios atacan brutalmente a uno solo, luego de que éste ha cometido algún delito.
No son odios causados por las pasiones amorosas, no es el caso de un hombre despechado que mata a su ex mujer porque si no es con él no es con nadie; no se trata de las tragedias familiares, de asesinatos ni violaciones intra-familiares. En estos casos los protagonistas de la situación de violencia no se conocían, simplemente el azar los colocó frente a frente en alguna situación callejera y el efecto es inmediato: un auto mal estacionado, una falla en el cuidado por el respeto al otro, una palabra demás, un gesto obsceno, son detalles suficientes para que la situación se desate y ocurra la tragedia. Es odio?La violencia refleja el odio, o la ira?Se puede hablar de odio cuando no hay sentimientos amorosos intermediando?El odio, para Freud es el resultado de un conflicto edípico, viene por la ambivalencia amorosa con el progenitor del sexo opuesto, como amenaza frente a la pérdida del objeto de amor: amor-odio. En nuestro ejemplo es otra cosa. Miller se refiere al “odio del goce del otro” para delimitar este tipo de sucesos. Odio a que el otro goce de otro modo que el mío[2].El goce del Otro no lo compartimos ni lo comprendemos, es un real. Ahí radica la causa, del odio en el racismo y otros modos de segregación. Además, seexpandió más aun con la extensión del discurso de la ciencia, en su intento de nivelación globalizadora, y su idea de universalización del sujeto. En el caso de los linchamientos, habría una identificación en el punto del rechazo al goce del otro. Si hay alguien que roba, se lo lee como “me roba una parte de mi goce”, hay una extracción de goce y eso no se perdona. Lo mismo si un hombre viola a una mujer y va a la cárcel, allí muchas veces es ajusticiado por los otros presos que no toleran ese exceso de goce que este hombre ha ejercido sobre la mujer. No se le permite gozar más que a otros.
Paralelamente a las respuestas que da el psicoanálisis, analizamos sociológicamente un hecho social paradigmático: el linchamiento. Es un hecho de violencia que consiste en que un grupo de individuos realiza un ajusticiamiento por mano propia, prescindiendo del llamado a la Ley que rige las instituciones, como la Policía o la Justicia, cuando hay un acto de delincuencia, robo o agresión en la calle. Por ejemplo, un hombre roba un negocio, y los vecinos salen enardecidos de odio, y en lugar de llamar a la policía, lo agarran y lo golpean brutalmente, incluso muchas veces hasta matarlo. El texto “Linchamientos. La policía que llevamos dentro”[3], sostiene que lo que desata rechazo y reacción ante un robo, no es el sometimiento padecido por la víctima casual, sino la fantasía de que hay alguien que se la está llevando “de arriba”, es decir, que no está cumpliendo con la ley del sacrificio que rige para todos, además de insinuar un cierto goce por el acto mismo[4]. Aquí subyace la idea de que en las grandes ciudades hay una aceptación resignada de la ciudadanía que vive sólo para ir a trabajar y volver a sus hogares, en un estado de sumisión aceptada, propia del sistema capitalista del SXXI;y quien rompe dicha homeostasis sacrificial, por ejemplo saliendo a robar, debe pagar por haberse atrevido a evadirel sacrificio. Según el autor, el objeto mirada es central, tanto para quienes observan los hechos in situ, como para los millones de televidentes o navegadores virtuales, que fascinados, no apartan la mirada de la escena extremamente cruel del linchamiento público.
Para concluir, se podría hacer una analogía entre el pasaje al acto en las psicosis, donde falta la regulación fálica, provista por la función paterna, y el acto violento, por ejemplo, del linchamiento. Allí tampoco está funcionando la regulación simbólica, no hay palabra sino grito y golpe, no hay conversación ni comprensión, sino aturdimiento y un goce que marca el real del impulso. Volviendo a la comparación entre el pasaje al acto psicótico y al de la masa del linchamiento, decimos que en la paranoia existe una reacción agresiva, que logra, a través del acto violento solucionar la construcción delirante…. “el momento del pasaje al acto que en una psicosis es lo que es más impredecible ¿Por qué hay en un momento dado el pasaje al acto, si un delirio puede durar años sin la inminencia que acompaña el acto? ¿Y por qué en un momento dado, surge el sentimiento de inminencia y el sujeto pasa al acto? Lacan retoma esto en una cierta relación de oposición entre el delirio y el acto”[5]
En ambos casos hay forclusión del sujeto, en la Ververfung de la psicosis y en el ataque violento, y ello implica algo de la dialéctica en lo fijo de lo real, hay introducción de lo simbólico en lo real, que vuelve siempre al mismo lugar.
Bibliografía
-Benjamin, Walter, Para una crítica de la violencia, Edición electrónica de www.philosofia.cl , Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.
-Lacan, “La agresividad en Psicoanálisis”, Escritos I, Tomo I, SXXI Editores, Buenos Aires, 1988.
-Laurent, E, “La tesis IV de “La agresividad en psicoanálisis”, Medellín.
-Miller, J. A, Extimidad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2011.
-Miller, J.A, “La agresividad en Psicoanálisis de Jaques Lacan”, Medellín,
-Pennisi, Ariel, y Cangi, Adrián, VVAA, Linchamientos. La policía que llevamos dentro, Editorial Quadrata, Buenos Aires, 2014.
-Tudanca, Luis, “Notas sobre la violencia a partir de un texto de Walter Benjamin”.
[1]https://www.infobae.com/sociedad/2019/04/07/relato-salvaje-en-plena-calle-nuevo-video-de-la-feroz-pelea-entre-el-taxista-y-el-automovilista/
[3]Pennisi,Cangi, Linchamientos. La policía que llevamos dentro.
[4] Pennisi, pag 42
[5]Ibid, pag 37-38.
Laura Fangmann