Es muy probable que no nos demos cuenta, pero nuestra vida cotidiana está plagada de acciones repetitivas y de “rituales” propios, absolutamente personales, que llevamos a cabo muchas veces inconscientemente.
También dudamos y postergamos la toma de decisiones cuando estamos frente a un conflicto de deseos e intereses. Todas estas manifestaciones que suelen atribuirse a los síntomas típicos de la neurosis obsesiva, no necesariamente constituyen un cuadro patológico que lleva a la consulta con un analista.
Las famosas acciones obsesivas que han sido caricaturizadas en películas como TocToc o, hace ya unos años, Mejor Imposible, conllevan otros componentes que permiten entender que, a pesar del sufrimiento que acarrean, también tienen una función. En principio podemos decir que suele haber detrás de ellas un pensamiento o fantasía en relación a un peligro mortal, a un riesgo de vida para quien lo padece o para sus seres queridos. La repetición de, por ejemplo, abrir y cerrar la llave de gas por temor a no haberla cerrado correctamente, o lavarse el cuerpo o las manos cierta cantidad de veces, podría corresponder a un pensamiento obsesivo como el siguiente: » Si no me lavo las manos 4 veces con este jabón, me contagiaré de una enfermedad y moriré «, o » Si no chequeo 6 veces la llave del gas para cerciorarme que está bien cerrada, la casa va a explotar».
Son ejemplos que dan cuenta de la función que cumplen dichas acciones que protegen a la persona ante un peligro imaginario.
Otro aspecto que Freud descubre detrás de esos pensamientos es que hay deseos hostiles, agresivos e inconscientes que intentan ser reprimidos porque suelen ser dirigidos a personas queridas. La ambivalencia amor/odio que suele ser sumamente intensa en estos casos, da cuenta del conflicto en el que están inmersos, con el sufrimiento que esto implica.
Como podemos notar estos pensamientos tienden al control. Claro que, en un sentido generalizado ¡todos buscamos tener el control! Manejar las emociones, se suele decir, o dominar las obsesiones. Pero ¿en qué contradicción incurrimos si el tratamiento del control es el control mismo? La orientación psicoanalítica no propone como objetivo que los síntomas desaparezcan sin más, justamente porque tienen una función muy precisa frente a la angustia. Esa función se evaluará cada vez, en cada uno.
Hay quienes solo cuentan hasta tres antes de atender el celular, o bien ordenan la ropa siguiendo determinado patrón, o el cepillo de dientes no puede tocar la pasta dental, en fin, pequeñas obsesiones de todos los días destinadas a calmar la angustia que produce la incertidumbre, la falta de garantías. Pero cuando se presentan con una carga de angustia tan importante que complique la vida de la persona se trata de que puedan ceder y dar lugar al alivio necesario para vivir de otra manera.
Otros, como la artista plástica Yayoi Kusama, logran estabilizarse con su síntoma. Compartimos un video – https://youtu.be/J_Pdf-B9AuQ – donde cuenta cómo logró servirse del arte para poder hacer algo con su “obsesión infinita”, como ella lo nombra (link del video), que no la haga sufrir sino que la alivia.
Cuando escuchamos hablar de los TOC, habrá que tomar con cautela la cuestión del tratamiento. Para cada uno una solución singular, pues no nos sirven las generalizaciones ni las terapias “a porter” que buscan rápidamente resolver el “problema”. Para ello contamos con las entrevistas preliminares, que implican un tiempo dedicado a la elaboración del diagnóstico, para luego orientar el tratamiento adecuado.